martes, 21 de junio de 2011

La parroquia San Juan Bosco, sus inicios

La Casa Salesiana de Yanuncay es obra del P. Carlos Crespi Croci sdb., quien aprovecho los terrenos que habían comprado los Salesianos del Vicariato (1926) para abrir el Aspirantado Salesiano (1927), en donde, además de la formación religiosa, recibirían una preparación técnico –agrícola. Esta pequeña escuela agrícola fue denominada Quinta María Auxiliadora, la misma que con el pasar de los años se transformó en un floreciente colegio agrícola, de modo que, en 1950, fue elevada a la categoría de Escuela Complementaria Agrícola, y en 1958 se transforma en el Colegio Agronómico Salesiano. El Noviciado Salesiano funcionó en Yanuncay durante 21 años (1939-1960).
Quinta María Auxiliadora, Junio de 1963

Tras el entusiasmo liderado por el P. Pascual Bisson Scremin, sdb., y un grupo de moradores del sector encabezados por el Sr. Luis Ayala se crea la Parroquia San Juan Bosco bajo decreto firmado el 20 de Agosto de 1966 con la bendición del primer Arzobispo de Cuenca Manuel de Jesús Serrano Abad (1957-1971).

Conforme al c. 216,1 asignaron la iglesia de San Juan Bosco declarándolo al Santo como titular de la mencionada parroquia con los siguientes límites; Partiendo de la confluencia de los ríos Tarqui y Yanuncay, siguiendo este aguas arriba hasta la colina (loma de Aguilar), hasta el nacimiento de la quebrada el Arenal; continuando el curso de la quebrada hasta el puente de El salado, al Sur hasta el empalme de la carretera de Gullanshapa. De aquí hasta el puente sobre el río Tarqui, siguiendo este hasta su confluencia con el río Yanuncay.

En la convención entre la venerable Curia Arquidiocesana  de Cuenca y la congregación Salesiana el 02 de Marzo de 1967 se hace constar que la parroquia no dispone de bienes patrimoniales; siendo bienes beneficiales los emolumentos propios del servicio parroquial. Adscritos a esta parroquia quedaron los sectores de Fátima y Santa Marianita de El Arenal con sus respectivas capillas, quienes conjuntamente con los habitantes del sector Quinta María Auxiliadora se verían favorecidos por los servicios que la nueva parroquia les ofrecería (Sacramentos, celebraciones y asistencia salesiana) evitaban de esta manera el tener que caminar hasta la Parroquia San Roque, Baños o el Vergel  a la que pertenecían. Esto fue beneficioso en virtud de que para los moradores del sector donde funcionaba la Quinta María Auxiliadora (colegio Agronómico Salesiano) ya no tenían que “atravesar el río Yanuncay para llegar a San Roque, acortando distancias debido a el puente de lo que hoy conocemos como el sector de los tres puentes les quedaba distante”.

El numeral “f” del mencionado convenio indica también que la sede de la nueva parroquia, hasta disponer de edificios y locales más apropiados será el Colegio Agronómico Salesiano de Yanuncay, sirviendo como templo Parroquial la capilla semipública del mencionado colegio a la que se adaptará un conveniente Bautisterio.

La ampliación y apertura de vías, entre ellas la que hoy conocemos como Av. Don Bosco, hizo que la parroquia se vaya poblando más y más siendo necesario construir un lugar para encuentros de capacitación, formación y reuniones de planificación de actividades. Se emprendió entonces con la difícil tarea de construir una casa comunal que albergue a niños, jóvenes y “priostes” de las actividades festivas a nivel parroquial. Encabezados por el P. Mateo  sdb., y un grupo de moradores de la parroquia en una campaña puerta a puerta visitaban los domicilios desarrollándose una cultura colaborativa parroquial en donde era notorio observar donaciones de árboles de eucalipto, los mismos que en migas programadas eran virados y llevados a aserraderos locales como el del Sr. Reynaldo Albarracín quien a manera de donación procesaba la madera en tablas tiras y vigas para la construcción, se procesaba también duelas en el “machimbre” de Alejandro Mogrovejo las mismas que sirvieron para los entablados de la casa comunal. La capacidad de gestión de Padre Salesiano hizo que se den donativos en materiales de construcción como por el ejemplo el techo de zinc que se consiguió con ayuda desde la ciudad de Guayaquil como el mismo lo informara en uno de los avisos parroquiales de los días domingos. Los moradores del sector colaboraban con fuerza de trabajo y refrigerios para los días de minga que generalmente eran los días sábados.

Con mucha nostalgia algunos moradores recuerdan el paso del paso de los  padres salesianos tales como Pascual Bisson Scremin, Elías Morales, Constantino, Mateo, Guillermo Aro, Aurelio Mapelli, Domingo Pérego, Julio Escarparo, Ángel López, Alberto de la Giacoma, Germán Delgado y Rubinsky Sánchez quienes en calidad de párrocos oficiales o encargados prestaron sus servicios con dedicación y empeño.
Ceremonia de colocación de la primera piedra del nuevo templo parroquial, 1988

En 1988, en la celebración del primer centenario de la llegada de los Salesianos a Ecuador, se colocó la primera piedra del nuevo templo a Don Bosco, consagrándolo en 1992. El Padre Aurelio Mapelli se convirtió en el impulsor de esta obra, que con la ayuda de la Iglesia católica de Alemania, parientes de Salesianos, moradores de la parroquia y la decidida participación del Padre Domingo Pérego que tomó la posta tras el fallecimiento del Padre Mapelli se logró culminar el Templo que por iniciativa del padre Germán Delgado, la Comunidad Salesiana la consagró a Don Bosco como agradecimiento por los cien años de la presencia Salesiana en el Ecuador.

La primera Escuela de la Parroquia

Cuando la Comunidad Salesiana arribó a la parroquia, su principal objetivo fue la creación de una Escuela Agronómica; que con el transcurso del tiempo se convirtió en el Colegio Agronómico Salesiano, establecimiento educativo de nivel medio que desde sus primeros años contó con alumnos principalmente de este sector.

En cierta forma la educación secundaria estaba asegurada para los jóvenes que vivían en el Barrio; pero en cuanto a la educación primaria no se contaba con una escuela en el Sector.

Para entonces los niños tenían que acudir a escuelas relativamente cercanas; como la República de Colombia, que está ubicada en la Virgen de Bronce o la Ignacio Escandón, que funciona en el Salado; o si los padres de familia contaban con los recursos económicos, ingresaban a sus hijos en las escuelas del centro de la ciudad.

Viendo esta necesidad de contar con un establecimiento cercano y debido al incremento de pobladores de la zona, un grupo de educadores y habitantes del sector emprenden el reto de la creación de un centro primario.

El primer establecimiento que empezó a funcionar en el barrio Don Bosco, fue la escuela fiscal mixta José María Velasco Ibarra. La cual inició sus actividades en el año lectivo 1968-1969. Para esto se arrendó una casa de la familia Auquilla, en donde se dictaban las clases.

Para desarrollar las labores educacionales, se pide prestado diecinueve bancos a la escuela de los Hermanos Cristianos, mobiliario a las hermanas Salesianas, madera a los sacerdotes del Colegio Agronómico, con las cuales se dividirían las aulas de clase y acomodar unas letrinas para los alumnos.

Este primer periodo lectivo empieza a funcionar con segundo, cuarto, quinto y sexto grado, con los pioneros de la escuela Irma Ugalde, Rafael Carpio y Arturo Chicaíza.

Luego de arrancar con el primer periodo los maestros siguen con su lucha por conseguir su propio local y contar con los materiales básicos para poder impartir sus conocimientos. De forma que acudían constantemente a las autoridades para que se les brindara el apoyo necesario.

Sin conseguir sus objetivos luego de algún tiempo, pasa a funcionar a la casa de José Chicaiza, quien además del local para las clases presta un terreno para el esparcimiento de los niños.

Tras un periodo de tiempo de odisea entre ir y venir de varios locales, se consigue un terreno en el cual se edificaría la escuela, para lo cual se debía abrir un camino para poder ingresar al lugar.

En 1970, se logra que los encargados de construcciones escolares y obras públicas municipales, empiecen con los planos correspondientes para la construcción de la edificación escolar; en 1971 se designa el presupuesto para la cimentación  de la escuela que hasta hoy funciona con el nombre de Velasco Ibarra.

Un maestro muy querido y recordado por los alumnos es Arturo Chicaiza, fundador del plantel, quien fue director del establecimiento desde 1968 hasta 1993, quien terminó su carrera docente en este mismo año para acogerse a los beneficios de su jubilación, dejando un gran legado no solo para la escuela, sino para la parroquia San Juan Bosco.

Fuegos pirotécnicos, nunca faltan en la fiesta de María Auxiliadora

La Fe y la devoción por María Auxiliadora, es muy grande por parte de la familia Paredes Baculima, quienes año tras año colaboran con la donación del castillo de fuegos pirotécnicos para la fiesta.

Como prioste de esta fiesta se encuentra participando siempre Carmen Rosa Baculima Fárez, de 47 años, quien está casada con Rafael Paredes de 52 años; y tienen tres hijos varones y una mujer; entre ellos se encargan de hacer la entrega del castillo por amor a la virgen y la devoción que tienen en la parroquia San Juan Bosco.

El encargado de la realización del castillo es Rafael Paredes, quien tiene su negocio de fuegos artificiales Reina del Cisne, mismo que empezó esta labor desde sus 14 años y a los 25 se puso su local propio, donde trabaja con esmero para las fiestas que se realizan permanentemente en todo lado.

“El trabajo ha bajado, ahora ya no se hace como antes los castillos y los globos, pero seguimos en esto porque es nuestra vocación”, menciona Rafael, quien hace memoria y dice realizar las donaciones a la parroquia desde unos 10 años atrás, por el compromiso que tiene su esposa como prioste.

Además su hija suele colaborar con una docena de globos pequeños y su hijo con la entrega de un globo gigante, por eso la familia está muy comprometida con la iglesia y con la gente para que disfruten de una tradición en Cuenca, que nunca terminará.

Sobre el castillo dice que normalmente se hacen de seis pisos, pero para la donación siempre se entrega uno de cuatro pisos con un juego de luces completo; obra que está valorada en 550 dólares.

“La devoción siempre nos ha hecho colaboradores de las fiestas religiosas”, dice Rafael quien es especialista en la construcción de todo tipo de pirotecnia, cuetes, globos, castillos, vacas locas y otras figuras como el indio Lorenzo.

La construcción del castillo por lo general lo realizan en un taller ubicado en Challuabamba, para esto utilizan carrizos, papel de funda de azúcar, papel bond blanco, harina de arcilla para hacer el engrudo y pegar y la infaltable pólvora con el carbón el azufre y salitre; todo esto molido en piedra hasta que esté fina y esté lista para ser encajada con las respectivas mechas.

Por su devoción y entrega menciona que una vez recibió una placa de reconocimiento de la Banda de Santa Cecilia, donde también colabora con la donación de un castillo para las festividades, desde hace ocho años atrás.